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Desde principios de 2020, la enseñanza a través de Zoom se ha convertido en una práctica habitual para profesores de todo tipo y de todos los niveles de enseñanza. Se trata de una tendencia que no parece que vaya a desaparecer a corto plazo, ya que tanto profesores como estudiantes han terminado por adaptarse a los modelos de enseñanza híbrida y virtual durante la pandemia. Aunque muchos profesores hubieran afirmado antes de la pandemia que preferirían no dar clases en línea, esa actitud ha cambiado rápidamente gracias a la gran variedad de plataformas de enseñanza virtual que ahora hay disponibles, como Zoom.

Aprendizaje en línea: Mejor de lo que muchos esperaban

Un artículo publicado en la revista de investigación International Journal of Educational Technology in Higher Education trata la transición a la «nueva normalidad» del aprendizaje, una transición que ha afectado tanto a colegios como a universidades de todo el mundo. «Según la UNESCO, desde el 10 de abril de 2020, más de 188 países forzaron el cierre de centros educativos y universidades, lo que afectó a más del 91 % de alumnos de todo el mundo». La UNESCO añade que el cierre de centros educativos durante la pandemia afectó a casi 1.200 millones de alumnos de todo el mundo, quienes tuvieron que pasar a la enseñanza en línea de manera forzosa.

Fue un cambio que no entusiasmó a todos. En este artículo se exponen los resultados de un estudio realizado en 2017 por EDUCAUSE que recoge las respuestas de 11.141 docentes de 131 centros estadounidenses, en el que solo el 9 % de los encuestados manifestó que prefería la docencia en línea, lo que significa que «un abrumador 91 % del profesorado no desea dar clases en un entorno completamente en línea». Desgraciadamente, durante los últimos meses muchos de ellos no han tenido más remedio que hacerlo.

Sin embargo, la buena noticia es que la experiencia de las clases en línea no ha sido tan mala como muchos temían. De hecho, las clases a través de Zoom, complementado con herramientas específicas para la educación como Class, ha ayudado a muchos profesores a motivar al alumnado en el entorno del aula virtual.

Por encima de la media: Zoom está a la altura

Los investigadores Khe Foon Hew, Chengyuan Jia, Donn Emmanuel Gonda y Shurui Bai se propusieron determinar «el efecto de las clases impartidas totalmente en línea en el rendimiento del aprendizaje de los alumnos». Sus resultados respaldan la eficacia de la enseñanza en línea y revelan algunas de las prácticas recomendadas para las «aulas invertidas en línea a través de videoconferencia». Afirman que «el análisis cuantitativo de la calificación final del curso de los alumnos revela que el rendimiento de los participantes de las clases invertidas totalmente en línea fue tan bueno como el de los participantes en las clases invertidas convencionales». Es una buena noticia tanto para los profesores como para los alumnos.

Estas son algunas de las prácticas recomendadas para la enseñanza con Zoom que mencionan:

  • Recordar a los participantes que silencien su micrófono cuando no estén hablando.
  • Recordar a los participantes que enciendan la cámara antes de las sesiones de clases en línea.
  • Gestionar la transición al aula en línea comprobando que los alumnos disponen de la información y la tecnología necesarias para aprender en el entorno virtual.
  • Usar dos pantallas para simular al máximo posible la sensación de una clase presencial: una pantalla para ver los participantes en la vista de Galería y la otra para ver el material de la presentación.
  • Activar y evaluar el aprendizaje de los alumnos antes de empezar la clase con un breve repaso.
  • Usar una aplicación de mensajería instantánea en el teléfono móvil para responder antes a las preguntas en línea y comunicarse con los alumnos durante los descansos.
  • Emplear materiales de presentación y actividades de distintos tipos para mantener el interés de los alumnos.

Zoom también ofrece algunas de las prácticas recomendadas para diseñar una clase virtual, sobre todo en lo relativo a la seguridad:

  • Solicitar contraseña.
  • Solicitar registro.
  • Habilitar salas de espera.
  • Deshabilitar la función de compartir pantalla.
  • Deshabilitar el chat privado.
  • Gestionar los participantes para evitar asistentes no deseados.
  • Bloquear la reunión para impedir que entren otros asistentes una vez que ha empezado la clase.

Los propios profesores, por supuesto, han anotado una larga lista de prácticas recomendadas para usar Zoom en el aula. Muchas de ellas se pueden encontrar fácilmente por internet si se busca por «consejos de Zoom para profesores», «consejos de Zoom para alumnos», «consejos de Zoom para principiantes» o «trucos de Zoom para profesores».

Aquí explicamos algunas de estas prácticas recomendadas.

Prácticas recomendadas con Zoom para profesores

Bethany McCarter lleva varios años enseñando inglés como segunda lengua para adultos en el centro de enseñanza de su barrio y ha impartido charlas sobre el uso de la tecnología a distancia para otros profesores. Algunos de sus consejos son: tener preparados algunos temas de reserva por si falla la tecnología, dedicar el mismo tiempo a conocer a los alumnos que si se estuviera en el aula tradicional y utilizar salas de grupos pequeños en el caso de clases de gran tamaño. Para mantener el interés, comenta que «funciona muy bien empezar la clase con preguntas sencillas». Por ejemplo: «Escribe en el chat que has tomado para desayunar».

Wendy Ince, profesora en Pasadena City College, educadora de toda la vida y tutora a tiempo parcial en LA Tutors, recomienda mover las imágenes de los alumnos lo más cerca posible de la cámara. Según ella, de esta forma «parecerá que estás teniendo contacto visual con ellos». También recomienda hacer el esfuerzo de hablar mirando a la cámara en lugar de a la pantalla.  

Ince aconseja establecer tutorías individuales con los alumnos al principio del cuatrimestre. «Es una manera de ofrecer a cada alumno una presentación personalizada, en lugar de solo a los alumnos que se adelantan a presentarse», explica.

Felix Prasetyo, recientemente graduado en ciencias informáticas por la University of British Columbia, realizó una investigación junto con los alumnos del Departamento de Psicología sobre cómo conseguir que las clases en línea sean más participativas dentro de su asignatura sobre interfaces de usuario. Afirma que los alumnos encontraron que «cuando los profesores mostraban a los alumnos un índice al inicio de la clase con los contenidos que iba a tratar, se observó un aumento considerable del interés y la participación de los alumnos durante toda la clase». Para medir esto, «se calculó la cantidad de mensajes de chat, de emoticonos como el pulgar en alto, así como la cantidad de alumnos que encendían su cámara y su audio para hacer preguntas».

Otra práctica recomendada que Prasetyo y su equipo de investigación descubrieron fue que «los alumnos muestran mayor interés en aquellas clases en las que se evalúa la participación». Esto era cierto, explica, tanto para las asignaturas en línea como las presenciales. El equipo también descubrió que los alumnos se sentían más cómodos participando a través del chat que hablando a la cámara.

De hecho, Janet Ferone, presidenta de Ferone Educational Consulting y profesora en Lesley University y Curry College, recomienda que no se exija a los alumnos encender la cámara. «Hay muchos motivos por los que encender la cámara debería ser algo opcional», afirma. «Problemas de igualdad de alumnos que viven en viviendas deficientes o que se conectan a la wifi desde un aparcamiento de coches porque en casa no tienen Internet, o aquellos que tienen una wifi con una señal débil y los problemas de conectividad afectan al vídeo, alumnos con asiedad incapaces de concentrarse en la clase porque están preocupados de que todo el mundo les mire, alumnos con autismo o TDAH que se distraen con tantas ventanas y caras conectadas, y que también necesitan privacidad para moverse y concentrarse mejor».

En lugar de cámaras, Ferone sugiere «Captar el interés de los alumnos mediante encuestas o pidiéndoles que comenten en el chat, ya sea directamente al profesor o a todo el grupo, y usar aplicaciones para recoger sus ideas y pensamientos». Sin embargo, recomienda ser prudente. El uso excesivo podría resultar abrumador para los alumnos.

Ferone también recomienda pedir a los alumnos que hagan comentarios. «Tras la primera semana en la que envié muchísimo contenido de vídeo, les hice una encuesta para pedirles su opinión sobre el formato», relata. «Como las encuestas son anónimas, sabía que recibiría respuestas más sinceras y, tras ver los resultados, pasé a usar menos vídeos y otros materiales más variados según la preferencia de los alumnos».  

Sin embargo, como dice Miriam Bowers-Abbott, profesora titular en Mount Carmel College of Nursing, las prácticas recomendadas pueden cambiar rápidamente. «Al principio era “no pedirles que enciendan la cámara” por motivos de privacidad. Después era exigirles que las encendieran para mejorar la interacción. Ahora volvemos a “no pedirles que enciendan la cámara” para solucionar el cansancio de Zoom». Bowers-Abbott recomienda a los profesores que analicen sus propias interacciones con los alumnos para decidir qué les funcionará mejor. «Tanto la tecnología como los propios alumnos cambian a un ritmo demasiado rápido para poder captarlo en la investigación», afirma.